El actor, de tan solo
23 años, tiene más de 150 casting a sus espaldas en ciudades como
Miami (Florida) y Madrid, donde ha realizado sus últimos proyectos en
publicidad y en la serie El Príncipe.
Diego
es un chico que desprende energía, lo que comprobamos desde el
segundo en el que nos saluda y se sienta con nosotros. Tocándose el
pelo alborotado, nos empieza a contar que comenzó con la
interpretación cuando era un niño, en Madrid, viendo películas de
Disney y jugando a ser Peter
Pan. “Empecé
a jugar a ser”.
Después, con 13 años, se mudó a Florida y, animado por su madre, se unió a un grupo
de teatro. “Allí
observé que había una familia que trabajaba por contar una
historia; era el teatro.” Esto le abrió las puertas a varios proyectos remunerados, como las
telenovelas Pecados
Ajenos o Eva
y Luna. “Los casting en EEUU no son diferentes a los que se hacen
aquí” nos
confiesa.
Con 18 años volvió a Madrid, huyendo de todo lo que fueran
telenovelas y buscando los escenarios. Fue entonces cuando conoció a una profesora que le
convenció de su vocación.“Ella me enseñó que, además de
haber una familia que contaba una historia, había algo más allá
dentro de todo eso: se podía lanzar un mensaje, y además me lo
pasaba de puta madre”
Comenzó la carrera de Periodismo, pero solo estuvo un año en la
aulas de la Complutense antes de presentarse a las pruebas de la
RESAD, y le cogieron a la primera. Al entrar, nos cuenta que se
descolocó: “Al ser un conservatorio tienes 10 horas al día de
clase, y por muy maravillosas que sean, ya te dicen nada más entrar
que te olvides de tu familia y de tus amigos. Pero al quinto mes,
pasó algo muy bonito: mientras me quejaba a mi gran amigo de algunos
detalles como los pasillos morados y verdes... le contaba que yo veía
la RESAD como un sitio maravilloso para hacer algo muy bonito. Al
final nos pusimos a bichear por los edificios, y subiendo pisos y
pisos llegamos a la parte de los focos del teatro más grande (donde
viviría el fantasma de la ópera). Desde allí veíamos lo que había
delante del telón, y detrás. Aquel sitio se ha convertido en un lugar a dónde suelo ir a ver obras, porque ves cómo se preparan los actores
para salir, salen y vuelven a entrar para cambiarse. Vives los dos
mundos. Y ese día fue el “click”, con el que pasé a amar
aquella escuela, y donde vi que teníamos los ingrediente, pero no
estaban cocinados. Entonces decidí no ir a todas las clases, e ir
solo a las que me llenaban. Posiblemente no consiga nunca el diploma,
pero no me importa, porque estoy aprendiendo mucho más en los
pasillos.”
Nos
recuerda una cita que leyó: “El hombre honrado busca el
conocimiento”. “Si tú tienes una gran ambición, y lo
tienes claro, y sabes qué quieres... en muchas de las clases en las
que te sientes en el pupitre, y veas que estás perdiendo el tiempo, no tengas
ningún miedo por salirte. Busca aprender, no aprobar.”
Cuando le preguntamos por el casting de El Principe, nos
cuenta que le cogieron por la mirada. ¿La mirada? Le
contestamos perplejos, él se ríe y contesta firmemente que sí.
“Hice la separata muy contenido. Se veía que había algo más
en mi mirada. Al personaje no solo que le gustaba Nayat, sino que era
un terrorista y había algo más grande detrás.” Luego le
preguntaron si podía aprenderse el papel en andaluz, y les dijo que
sin problemas. Nos cuenta que a él siempre le han dicho que, en los
casting, al elegido se le escoge nada más entrar en la sala, porque
buscan la pieza que encaje en su puzzle. "Si haces la frase bien o mal
no es tan importante como que luego sepas adaptarte a lo que te va a
pedir el director".
Diego Landaluce en "El Príncipe" |
También nos cuenta que, en teoría, solo iba a grabar dos capítulos,
pero cuando ya había empezado el rodaje, se le acercaron para decirle
que los guionistas habían decidido darle más metraje. “Que te
creen trabajo... es más que un premio”
Diego también es la imagen del nuevo producto de Pascual, Active
Bifrutas. De lo que más se acuerda de este casting es de la química
que tuvo con su compañera. “Hice la separata con la misma chica que luego hizo el anuncio conmigo. En un momento de la escena teníamos que entrar y
bailar, y nos volvimos locos. No bailábamos como si estuviéramos en
una discoteca. No, nos volvimos locos de verdad” ¿Y por eso
les cogieron a los dos juntos? Nos responde que sí, y nos destaca lo
importante que es en un casting dar algo más de lo que te piden.
“Enseñar tu magia”.
Tras hablar de él sobre los casting caemos en la cuenta de que no nos ha contado
aún dónde los encontró. Sonríe y se remonta a cuando volvió a
Madrid con 18 años. Una de las primeras pruebas que hizo en la capital la encontró en una página de Internet, y se presentó sin saber muy
bien qué era. Resultó ser un casting en el que buscaban actores
para representar, y cuenta que le salió bastante mal. Pero algo
bueno tuvo que hacer, porque le cogieron y ahora le representa
la misma agencia que a actores como Maxi Iglesias o Juan Pablo Shuk,
Ruth Franco.
Cuando nos habla de esto le preguntamos si él, que es tan
independiente, cree que un representante es necesario. Nos contesta
que sí, es necesario tenerlos sobre todo para encontrar trabajos
remunerados, pero no hay que confundir el hecho de tener
representante con dejar que te lo busquen todo. “Nosotros
tenemos que estar más activos que ellos. Hay muchos que se acomodan
y lo único que haces es esperar, y cuando esperas no sale nada”,
dice refiriéndose a los representados.
TRES CONSEJOS PARA EL ACTOR
UNA PELÍCULA: Noviembre, de Achero Mañas. El falso documental en el
que un actor entra en el conservatorio de arte dramático, lo deja, y
empieza a hacer teatro en la calle. “Te enseña mucho de lo que
un artista debe hacer”.
UN LIBRO: El Quijote. “Sobre todo por la primera parte. Ahí
está el paso de una vida común, sin luz, a una vida con pasión.
Para los actores da unos consejos maravillosos porque nombra a Lope
de Vega. Casi al final del libro, el personaje del clérigo da
algunos consejos sobre cómo hacer teatro, que pueden seguirse en la actualidad".
“El quijote me ha dado fe de que puedo seguir viviendo la vida
como la estoy viviendo; que no me tengo que amoldar a las reglas del
siglo XXI en el que vivo. Bueno, me tengo que adaptar, pero que nada
me limite. A pesar de que los demás te digan "éste camino es el
correcto", si tú ves que no es el correcto, el tuyo te gusta más y
ves que para ti funciona, puedes coger ese camino. Seguramente éste
no sea un semáforo en verde, ni un paso de cebra, posiblemente estés
cruzando la calle por la curva porque esto siempre tiene más riesgo,
pero va a merecer la pena... El Quijote te enseña que la vida es
una, vívela como quieras.”
UN LUGAR: La residencia de estudiantes de Gregorio Marañon (Madrid),
donde se encontraron grandes como Lorca, Dalí, Luis Buñuel... además de Einstein y Curie. Landaluce nos aconseja que vayamos y nos empapemos del lugar donde se
produjo aquel auge cultural.
Diego es un chico aventurero, nos damos cuenta de ello cuando nos
relata todos los viajes que ha hecho durante su vida, y sobre todo
los de estos últimos dos años, mochila en mano, apenas sin
tecnología desconectando del mundo (lleva varios años sin usar
Whatsapp), y sobre todo cuando entre risas nos cuenta cómo su
representante le regañaba por teléfono (cuando encontraba uno)
diciendo que “no podía rechazar proyectos porque estaba empezando”
y que “se iba a quedar sin dinero”.“Y de hecho,
me quedé sin dinero”, nos confiesa. Pero no se le da bien
seguir las reglas establecidas, lo que nos queda claro cuando nos
cuenta su día a día en la RESAD. Pero, ¿cual es su mayor ilusión?
“Mi ilusión sería hacer una gran carrera común, una carrera
de actividades extraescolares. Lo que quiero es que el actor no se
limite a lo que le dan en clase, porque tiene que saber de todo, y tiene que
ser un amante de todo. Y si no es curioso y no rompe reglas..."
"Cuando yo le contaba esto a algunos de mis compañeros me veían como un loco, por cosas como que me mandaran leerme un libro, y no me leyera ese, pero sí tres libros del mismo autor... pero ahora ellos ven que estoy más feliz que un regaliz con mi propio horario, todo el día activo. El tiempo allí me hizo ver que hay mucha gente que también quiere lo mismo que yo. Hay mucho talento”
"Cuando yo le contaba esto a algunos de mis compañeros me veían como un loco, por cosas como que me mandaran leerme un libro, y no me leyera ese, pero sí tres libros del mismo autor... pero ahora ellos ven que estoy más feliz que un regaliz con mi propio horario, todo el día activo. El tiempo allí me hizo ver que hay mucha gente que también quiere lo mismo que yo. Hay mucho talento”
Le pedimos a Diego un último consejo antes de que se vaya, y lo
tiene muy claro: “Leer todo lo que podáis”. Él se va y nosotros nos quedamos, cómplices de aquella conversación, dándole vueltas a sus ideas revolucionarias, pensando en que muchas madres podrían prohibir a sus hijos leer esta entrevista para que no abandonaran los estudios, y en que muchos hijos se la enseñarán a sus padres para volver a repetirles que quieren ser actores.
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