La Joven Compañía acaba su tercera temporada con el Proyecto Homero, compuesto por dos obras clásicas: Ilíada, versionada por Guillem Clua y Odisea, por Alberto Conejero, nominado a los premios Max como mejor autor de teatro.
15 actores (todos entre 19 y 25 años) bajo la dirección de José Luis Arellano dan vida a diferentes personajes en cada una de las dos obras que, aunque se pueden ver individualmente, transcurren de forma consecutiva. El público escoge a cual de ellas ir, pero se aconseja ver las dos seguidas en uno de los dobletes.
La Ilíada, el poema más antiguo que se conserva de la literatura europea, y que se le atribuye a Homero, cuenta la famosa historia de la guerra de Troya.
La Odisea, cuenta el viaje de diez años que Ulises realizó para volver a casa tras acabar con Troya. Las dos están llenas de humanismo, y no solo se complementan, sino que conversan entre ellas, y es por esto que nos es imposible hacer un comentario de cada una por separado.
La Odisea, cuenta el viaje de diez años que Ulises realizó para volver a casa tras acabar con Troya. Las dos están llenas de humanismo, y no solo se complementan, sino que conversan entre ellas, y es por esto que nos es imposible hacer un comentario de cada una por separado.
En ambos textos encontramos guiños modernos, marcando un carácter juvenil, que la compañía les regala a los adolescentes de instituto para romper la cuarta pared. Pero cualquier adulto se va a reír igual, por las tardes, con estas intervenciones que suelen hacer en grupo.
La puesta en escena lleva la marca de la casa; todos los actores presentes la mayor parte del tiempo en escena con una coreografía completa, soportada con los mínimos elementos de decoración, y que deja a los intérpretes empapados y sin aliento. Los recursos escénicos dejan mucho espacio a la imaginación, y crean fotografías sorprendentes. Destacan el uso de un actor "invisible" (Andoni Larrabeiti) para dar más impacto a los movimientos de las batallas, y el trabajo conjunto y sincronizado de todos los actores en momentos puntuales, como al representar a las mitológicas sirenas. Un aplauso también para el guión, donde sobresale la forma de contar la relación amorosa entre Aquiles (Álvaro Quintana) y Patroclo (Javier Ariano) (que muchas otras adaptaciones ignoraron porque Homero nunca dejó clara en la obra) aunque de nuevo caemos en la tentación de representar a Aquiles como el mayor y dominante, cuando parece que fue al contrario. Otro elemento a resaltar es cómo las mujeres de la obra, lideradas por Helena de Troya (María Romero), presentan al público el machismo que reinaba en Grecia.
En esta versión los actores narran sus propios hechos para simplificar la escena, y es que la obra de Homero es el ejemplo más típico de teatro sobrecargado de actores y decorado, pero la organización ha sabido dejar más espacio en el escenario, a costa de incluir más narración repartida entre todos.
En esta versión los actores narran sus propios hechos para simplificar la escena, y es que la obra de Homero es el ejemplo más típico de teatro sobrecargado de actores y decorado, pero la organización ha sabido dejar más espacio en el escenario, a costa de incluir más narración repartida entre todos.
La Joven compañía es, sin duda, donde los niños se convierten en adultos. La crisálida donde los apasionados del teatro se transforman en actores. Desde el comienzo desnudo de la Ilíada, ya lo sabes; ellos ya no son los "jóvenes interpretes" que entraron en la compañía. Con cada uno de los monólogos se confirma; ya no son solo aprendices. Con cada pequeño fallo de texto (los pocos que hubo) te das cuenta del esfuerzo sentimental que han tenido que hacer para meterse de lleno en estas obras de más de trece siglos. Pero con cada beso apasionado, cada abrazo desgarrador, cada golpe y cada lágrima descubres lo más importante; los actores han encontrado durante este proyecto la verdad en su personaje. Y nunca más va a salir de ahí. Lo que les queda por aprender ya lo tienen a un paso, el más duro y arriesgado, pero que superarán si continúan así.
El equipo completo ha hecho que tras 4 horas de teatro quieras más, que este clásico de la literatura universal, principalmente escrito en verso, sea ameno, divertido y hasta cómico, sin perder el tono trágico que te hace salir del teatro con el vello de punta. Es un viaje, necesario para todos los amantes del teatro español y para todos los espectadores que quieran profundizar en sí mismos a través de la historia clásica europea contada desde un punto de vista fresco. Desde aquí les deseamos, más que nunca, que la obra no acabe el 30 de abril, y que mucho más público pueda disfrutar esta maravilla de historia pero, sobre todo, que los propios actores puedan seguir creciendo con este proyecto que, si no lo ha hecho ya, marcará sus vidas para siempre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario